De media, los aviones privados emiten diez veces más CO₂ por pasajero que los vuelos comerciales y hasta 50 veces más que los trenes, pero son utilizados principalmente por las personas más ricas. Una fiscalidad justa y una transición hacia opciones más sosteniblesLos medios de transporte, incluidos el ferrocarril y la aviación comercial, pueden reducir significativamente el uso excesivo de aviones privados, al tiempo que canalizan las contribuciones hacia combustibles más limpios y aeronaves de última generación.
Volar en un jet privado es una de las formas de viajar más perjudiciales para el clima. Sus emisiones aumentaron en 461 TP56T entre 2019 y 2023, y sin embargo, la mayoría de estos vuelos cubren distancias cortas (menos de 500 km). Por lo tanto, reducir el uso de jets privados merece una atención especial a la hora de frenar la huella de carbono de los viajes de los ejecutivos de las empresas.
Varias empresas mundiales de renombre tienen una cuota mayor de emisiones relacionadas con los viajes que la mayoría, mientras que poseer o fletar aviones privados. Deberían cambio hacia alternativas más sostenibles: viajar en tren o dar prioridad a un vuelo comercial con una huella de carbono significativamente menor.
Además, gravar a los particulares aviones según la distancia del vuelo, como ya se hace en Francia, Países Bajos y el Reino Unido, permitiría inversiones en tecnologías ecológicas, como combustibles sostenibles para la aviación (en particular, el queroseno electrónico) y aeronaves con cero emisiones.